Es mundialmente conocida la obsesión de Adolf Hitler por el ocultismo. Siempre intentó, en sus años como máxima autoridad del Tercer Reich, encontrar reliquias legendarias a las cuales confiarles la suerte del que, supuestamente, sería el Reich de los mil años. Así, Hitler se obsesionó con la búsqueda de objetos como el Santo Grial o el Arca de la Alianza, pero también con lugares imposibles de hallar. Hubo lugares asociados con el ocultismo nazi y de los que Hitler y sus seguidores, creían provenía la «magnífica» raza aria. Así, nos embarcamos a un viaje a Agartha, la Atlántida o Hiperbórea.
Viaje a Agartha: el lugar del que provenían los arios
Agartha, también llamado Agharti o Agarta, es un lugar que, según los seguidores del esoterismo y creyentes de la famosa Tierra Hueca, se encuentra debajo del desierto de Gobi. Pero empecemos por el principio. La Tierra Hueca es, para muchos, una teoría que dice que, en las capas más internas de nuestro planeta, no hay rocas volcánicas ni magma, sino personas; así, habrían en el interior del subsuelo terrestre, civilizaciones super desarrolladas. Por otra parte, el desierto de Gobi (que de verdad existe), es una vasta zona que se encuentra entre el norte de China y el sur de Mongolia. Pese a los incesantes esfuerzos por encontrar Agartha o dar validez a la teoría de su existencia, simplemente no existen evidencias de que un viaje a Agartha sea posible.
El origen del mito
Agartha es un mito, como lo es la Atlántida o El Dorado. Sin embargo no es tan popular como estas dos ciudades que mencionamos y que han sido buscadas por muchísima gente a lo largo de la historia. ¿Cuántos no han perecido intentando encontrar la civilización que un cataclismo hizo desaparecer? ¿cuántos no han intentado buscar pistas en los escritos de Platón sobre una tierra que nunca nadie ha visto? Lo mismo sucede con El Dorado, una ciudad hecha completamente de oro y que buscadores de tesoros de todas partes del mundo intentaron encontrar, sin éxito.

Pero, ¿de dónde surge la creencia de esta «tierra fantástica», a la que los nazis consideraban su hogar? Bueno, los nazis creían que la raza aria, venía de otra parte. Vamos, que se creían superiores y esa superioridad no era una coincidencia. Según los nazis más radicales, los arios provenían de otro lugar. Aunque no se sabe muy bien a dónde querían pertenecer pues, algunos decían que la Atlántida o Agartha, por citar algunos ejemplos, pero, en realidad, había una larga ristra de ciudades mitológicas de las cuales decían venir. El mito de Agartha cobró especial importancia en la década de los 50 gracias al italiano Amadeo Giannini, sin embargo, un precursor de esta tierra fue Julio Verne. Probablemente en su famosa obra, Viaje al centro de la Tierra, de 1864.
Pero, es posible que el mito de Agartha apareciera mucho antes de Julio Verne, concretamente, en 1665. Esto sería gracias a la obra de Athanasius Kircher, Mundus subterraneus, quo universae denique naturae divitiae. Hacia 1692, Sir Edmund Halley publicó la teoría de la existencia de una tierra hueca. Pero esto no fue algo aleatorio. Halley formuló su teoría después de trabajar con Isaac Newton sobre el magnetismo de la Tierra. De hecho, Newton, Kepler o Boyle (científicos reputados), apoyaban la teoría de Halley. Según él, había, al centro de la tierra, tres conos concéntricos con un centro de lava que, para ellos, era un sol.
¿Cómo sería un viaje por Agartha?
Lo más curioso es que Agartha no queda en un mito. No es solo una ciudad sino que, incluso, alberga varios continentes y ciudades en su interior. Según Madame Blavatsky, escritora y ocultista rusa, un viaje por Agartha es sumergirse en un mundo nuevo. Para ella, Agartha se conforma de continentes, océanos, montañas y hasta ríos. La ciudad principal de Agartha sería Shambhala; y habría alrededor de cien colonias subterráneas muy próximas a la superifice. A estas ciudades se les conoce, en la cultura popular, como Red Agartha. ¡Una sorpresa! Teniendo en cuenta que los rusos fueron enemigos de los nazis y Hitler creyéndose las teorías de una escritora ucraniana.
Los nativos de esta Red Agartha tendrían una vida muy espiritual y basada en las enseñanzas de Melquisedec. ¿No sabes quién es este personaje? Pues aparece en el libro del génesis como rey de Salem, que bendijo al Abraham bíblico. Según esta escritora ucraniana, cada ciudad de Agartha tendría alrededor de un millón de habitantes, salvo por Telos, ubicada en el monte Shasta; esta ciudad alcanzaría el millón y medio de habitantes.
En tu viaje a Agartha podrías encontrar habitantes de distintas razas (dentro de estas, la aria). A su vez, los habitantes de Agartha provienen (según estas teorías, por supuesto), del continente Gondwana que, curiosamente, ya ha desaparecido. Por otro lado nos encontraríamos con las personas que Brad Steiger describe en su libro El hueco de la Tierra, mito o realidad. Según este autor, había una antigua raza, los más ancianos, que eran muy inteligentes y científicamente avanzados. Esta raza habría poblado nuestro planeta hace millones de años, pero, se habría mudado a las capas más profundas de la Tierra. Aquí, esta raza habría decidido asentar su civilización.

La raza descrita por Steiger estaría formada por homínidos increíblemente inteligentes y longevos, predecesores del homo sapiens y con una edad de más de un millón de años (en comparación con el sapiens). Los más ancianos, serían una tribu que permanece en los estratos más profundos de nuestro planeta, lejos de la superficie, pero que, de vez en cuando, deciden visitar la Tierra que hoy conocemos para hacer aportaciones.
Si piensas que ya has escuchado suficiente, te contamos que los habitantes de Agartha viven alrededor de 400 y 800 años y, además, miden unos cuatro metros de altura, aproximadamente. Y, por supuesto, pueden comunicarse por telepatía y cuentan con una tecnología ultra desarrollada.
Embarcando hacia Agartha
Lo curioso del viaje a Agartha es la forma de hacerlo. Si te gustan los libros de fantasía y ciencia ficción, sabrás que, a los lugares mitológicos se llega por lugares poco convencionales. Para llegar al centor de la Tierra, según Julio Verne, habría que hacerlo a través de un volcán en Islandia; bueno, y para llegar a Hogwarts (aunque no mitológico, pero si ficción), bastaba con llegar a King’s Cross en Londres, y atravesar el andén 9 y 3/4. Para Agartha es más complicado que esto.
Según la misma escritora rusa, el viaje a este misterioso continente puede realizarse de varias maneras. Para acceder podrías hacerlo a través de la selva amazónica, pero te encontrarías con nativos bastante agresivos; también podrías acceder desde Siberia, en Rusia o a través del desierto de Gobi. La cordillera de los Andes también sería una entrada a Agartha, pero no cualquier parte de la cordillera, sino entre Argentina y Chile; o por la cordillera del Himalaya, pero más concretamente en el Tibet. Dentro de las puertas más extrañas de Agartha encontramos las piernas de la Esfinge de Egipto o las Cuevas de los Tayos, en Ecuador.
La búsqueda Nazi de Agartha
Adolf Hitler será recordado, a lo largo para siempre, como uno de los mayores criminales de la historia de la humanidad. Además, por supuesto, de por ser un pésimo pintor y un hombre con un bigote peculiar. Pero, también por ser un fanático que se creía todo lo que le contaban. Y es que se creía tantas cosas que, de hecho, inició una incursión por España para encontrar el Santo Grial; concretamente, sus tropas se presentaron al Monasterio de Monserrat en su búsqueda.
Pues esta no fue la única incursión «mitológica» que el führer ordenó. En 1938, Hitler envió una expedición nazi al Tíbet, bajo las órdenes de Ernst Schäfer. La expedición estaba formada por veinte soldados de la Schutzstaffel o SS, cinco sabios alemanes y el ideólogo y esoterista Frederick Hilscher. Hilscher, curiosamente, era el responsable de una sociedad que se encargaba de estudiar la ciencia del espíritu o herencia d elos ancestros, llamada Ahnenerbe. El objetivo de esta misión era que los nazis establecieran contacto con los habitantes de Agartha. No sabemos si los nazis encontraron o no la entrada a Agartha (creemos que no); pero el resultado de su misión llevó a una comuna de monjes tibetanos a asentarse en Berlín e incluso a defenderla durante el ataque del Ejército Rojo en 1945.