Sí, Pamplona es conocida internacionalmente como la ciudad de los Sanfermines. Pero también es mucho más: jardines, monumentos, buen comer y gentes acogedoras. Todo esto envuelto en una ciudad bella, marcada por su centro histórico y su centro popular. Hemingway se enamoró de ella y le hizo la mejor de las publicidades. Ahora es el turno de que nosotros descubramos la preciosa capital navarra con planes para saber qué ver en Pamplona en un día o en un fin de semana.
Si has asistido a los Sanfermines, creerás que ya has visto lo principal de la ciudad de Pamplona. Te retamos a que sigas leyendo y taches los lugares que no viste en plena efervescencia taurina.
Qué ver y hacer en Pamplona
Por supuesto, una de las rutas turísticas por excelencia es el recorrido de los Sanfermines. Desde la salida hasta la plaza de toros, haciendo paradas y fotografías en Estafeta o en la curva de Mercaderes y el tramo de Telefónica. Sin embargo, nuestra propuesta quiere descubrir la Pamplona histórica, la cultural y la social. ¿Te vienes con nosotros a conocer el corazón pamplonica?

La plaza consistorial
Es el epicentro de Pamplona, el punto donde se erige el ayuntamiento y donde cada año se da el chupinazo de las fiestas de Pamplona. Seguro que no puedes resistir la tentación de gritar ¡Viva San Fermín! y ¡Gora San Fermín!. La plaza tiene capacidad para unas 12.000 personas, y cada año se llena para dar la bienvenida a una nueva edición, y también para cerrarlas, pañuelo en mano y cantando el ‘Pobre de mí.
Sin embargo, verla así, con su vida tranquila, tiene su encanto, porque puedes apreciar el estilo de sus edificios, la propia distribución de la plaza, que, a diferencia de otras plazas de grandes ciudades como Madrid, es un espacio más bien reducido y de paso.
La catedral de Pamplona (con sorpresa interior)

La primera vez que ves la catedral de la ciudad, lo más probable es que pienses que no tiene nada especial. En verdad, su exterior neoclásico es en muchas ocasiones un freno para el visitante de paso, que no sabe que lo realmente hermoso está en su interior.
Y es que es cruzar el frontispicio de la portada principal y comenzar un paseo por la Pamplona gótica de peregrinos y juglares. Y es que la catedral es uno de los mayores exponentes del gótico puro francés. En León y en Burgos vemos ya la adaptación hispana, pero aquí se observa la pureza de lo original.
Aquí se coronaron y yacen los reyes de Navarra, como Carlos III el Noble y su esposa Leonor cuyo mausoleo visible está elaborado en alabastro. Y aquí puedes acceder a una de las mejores vistas de la ciudad, desde su torre, que solo se puede visitar a las 11.15 horas (y sin coste añadido al de la entrada de la catedral de Santa María la Real).

La ruta de la muralla, un imprescindible en la capital navarra
Pamplona sigue siendo una ciudad amurallada. Ha crecido, se ha expandido y modernizado. Pero su centro histórico parece haber detenido el tiempo. No puedes dejar Pamplona sin hacer el camino de ronda por la muralla y los diversos complejos destinados a dar a conocer su alcance, sentido y significado histórico.
Baste decir que se trata de uno de los complejos renacentistas mejor conservados de toda Europa. De hecho, en cuanto subes a la muralla, verás que hoy ésta, incluso, está por encima de la ciudad. El área de turismo mantiene todo el recorrido de la muralla debidamente señalizado, con información histórica y curiosidades varias para hacer más ameno el paseo (¡de 5 km!).
La Taconera, uno de los jardines más antiguos de Pamplona
Los jardines de la Taconera son uno de los más antiguos de la ciudad (datan de 1830), y son llamativos por su distribución enclaustrada en el conjunto amurallado, además de por sus habitantes. A los habituales patos se le suman ciervos y otros animales singulares poco comunes en parques públicos.
Todo lo que es el camino de ronda cuenta con varios parques de menor tamaño, pero igual belleza. Pamplona y los pamplonicas son amantes de los parques. Junto con Palencia, es una de las ciudades españolas con más espacios verdes en proporción a su población y extensión, como por ejemplo, el de la Media Luna.
Sin lugar a dudas, el mejor punto para comprender lo imponente de las murallas de Pamplona es la parte inferior de la ciudad: con tan solo mirar hacia arriba te quedarás impresionado por la fuerza de la ciudad y su singularidad.
La ciudadela y el parque de la Vuelta del Castillo

El punto más importante de todo el conjunto histórico de Pamplona -después de la Catedral- y el ejemplo máximo de lo que es la ciudad: historia y modernidad. Unos cimientos sólidos -los de la ciudadela, que recorrida a pie apenas deja espacio para hacerse una idea real de la magnitud de su perfección-, y un espíritu moderno, en la forma de un jardín minimalista donde destacan sobre todo las esculturas contemporáneas.
De hecho, la ciudadela se utiliza hoy en día como sede del Centro de Cultura Contemporánea – Hiriartea.
Desde luego, no cuesta mucho imaginarse a los franceses o a los navarros luchando entre baluartes, contraguardias y troneras. ¡Sería el lugar ideal para múltiples películas!
La ciudadela, de forma pentagonal, se construyó en 1571 por orden de Felipe II, y está pensada tanto para defenderse de ataques externos como de intentonas internas.
La plaza del Castillo, la mejor zona para descansar y reponer fuerzas

Al viajero le puede sorprender que se denomine a la plaza «del Castillo» sin que haya ningún edificio que pueda serlo. Lo cierto es que, por desgracia, el Castillo fue derruido (uno de los pocos vestigios desaparecidos en la ciudad), para dar paso a la plaza central de Pamplona, donde se concentran algunas de las cafeterías de mayor fama.
Aquí se encuentra el Café Iruña, uno de los lugares emblemáticos de la ruta de Hemingway, donde es típica la foto con su escultura en su rincón -lo cierto es que el propio café merece la pena por su decoración, al estilo de los grandes café del XIX-.
También aquí se encuentra el epicentro del famoso tapeo navarro, lleno de deliciosos platos, entre las carnes y las verduras, y siempre con un buen vino.
El antiguo palacio de los Reyes de Navarra (el toque Moneo)
Rafael Moneo es uno de los arquitectos más importantes del último siglo en España. Nacido en Tudela de Navarra, fue el primer español en ganar el Priztker de Arquitectura (el Nobel de los arquitectos). Su estilo moderno pero elegante le ha llevado a encargarse de las reconstrucciones de algunos de los edificios más emblemáticos de toda la geografía española.
En Pamplona, firmó la reforma del Palacio de los Reyes de Navarra, construido por Sancho VI el Sabio a finales del siglo XII. Hoy sede del Archivo Real y General de Navarra, se ha convertido en uno de los iconos de la ciudad.

El parque Yamaguchi: ¿una pagoda en Pamplona?
Así es. Pamplona tiene una pagoda japonesa y su propio jardín japonés, cerca de la ciudad universitaria. Es uno de los parques imprescindibles para ver en la ciudad, más bello y etéreo que el de la Taraconera.
En el centro del parque, que cuenta con sus lagos y puentes de estilo japonés, se erige por una lado la pagoda y por otro el Pamplonetario, el planetario de la ciudad, muy interesante sobre todo si viajas a Pamplona con niños.
El Camino de Santiago
No podíamos irnos de tapas y pintxos por Pamplona sin antes mencionar, como no podía se de otra forma, el Camino de Santiago. Pamplona es la primera ciudad española del camino francés desde las montañas, por lo que no es de extrañar que fuera una de las ciudades más esperadas y queridas por los peregrinos. Desde la puerta de Francia al Campus universitario, el camino cruza toda la ciudad.
Qué comer en Pamplona: ruta de los pinchos (o pintxos)

En ocasiones anteriores hemos hablado de la gastronomía navarra, su riqueza y variedad. No nos vamos a extender. Pero si visitas Pamplona, desde luego tienes que hacer cada día una de las rutas de los pinchos.
Chistorra, ternera, cordero y el gorrín de Navarra se unen a las verduras (con las alcachofas y espárros de Tudela como señas de identidad) y los quesos. La sidra corre bien como bien pasan los vinos navarros.