Evocar Samarcanda es viajar a los fantásticos cuentos de Sherezade en Las mil y una noches: grandes cúpulas que brillan con luz propia en la noche, y que atrapan durante el día, donde apenas nos cuesta imaginar al sultán escuchando a su concubina.
Seguimos los pasos de Marco Polo o el español González de Clavijo y nos adentramos en la ciudad de la luz de Uzbequistán para conocer qué visitar en Samarkanda.
Samarcanda, el corazón de la Ruta de la Seda

Situada en un punto estratégico entre oriente y occidente, ha sido lugar de paso de las grandes civilizaciones asiáticas y centroeuropeas. Por ella se dejaron seducir reyes, exploradores y aventureros en busca de las ansiadas sedas y especias de oriente.
Alejandro Magno la conquistó; los griegos y los romanos la definían como un lugar de ensueño; no sobrevivió a la furia y el saqueo de Gengis Khan, y Marco Polo la ubicó en el mapa occidental en su paso hacia oriente.
La Ruta de la Seda le dio fama, y también se la quitó. Durante más de 2700 años ha estado habitada, convirtiéndose en el enclave con la trayectoria de ocupación humana más larga en todo el mundo.
La ciudad azul del desierto, como también se conoce a Samarkanda, ya que te recibe con sus cúpulas y decoraciones en azules mar desde la dura estepa que lo rodea, fue conquistada por los mongoles primero y los árabes después; los persas también dejaron su impronta, como los turcos.
El resultado es una ciudad de una belleza singular, única, que calló en el olvido después de que Bukhara se convirtiera en capital del reino y la ruta de la Seda fuera abandonada por los viajeros.
Qué ver en Samarcanda
Samarcanda fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 2001 por la UNESCO, y comparte así una idea de destino para viajar con otras 1000 localizaciones a ver al menos una vez en la vida.
¿La razón? En este caso son varias, y os las presentamos a continuación. Todas ellas tienen algo en común: son el reflejo d una cultura sorprendente, siempre atrayente, que tiene en los viejos relatos parte de su atractivo para los occidentales.
Parte de esta responsabilidad recae en los relatos de viajeros como Marco Polo, quien, según las leyendas, dijo de ella:
«Ciudad famosa y grande en aquella región, que es tributaria de un sobrino del Gran Kan. Habitan en ella juntamente los cristianos y los que adoran a Mahoma, que se denominan sarracenos.»
Este legado, fruto de su posición estratégica entre las corrientes musulmanas del sur y mongolas del norte, nos ha dejado uno de los enclaves históricos más hermosos.
No en vano, a Samarkanda también se la conoce como la ciudad de la luz. Y entre otros motivos, estos:
La mezquita de Bibi Khanum

Esta maravilla de la arquitectura y la artesanía local fue construido por el gran caudillo del actual Uzbequistán Tamerlán (que preside la plaza principal de Samarkanda), durante el siglo XIV).
Cuenta la leyenda que el arquitecto de la mezquita se enamoró de la reina, Bibi Khanum, una princesa china de gran belleza. Al parecer, ella quería sorprender al caudillo después de sus expediciones de conquista. Pero cuando casi estaba terminada la mezquita, el arquitecto le pidió un beso, al que ella se negó.
Cuando, después de una gran insistencia, cedió, dejó una marca en el rostro de la reina, y fue así como Tamerlán o Timur descubrió la falta del arquitecto y de su mujer, destruyendo el templo y levantándolo de nuevo en 10 días según sus gustos (Timur es conocido como un gran amante del arte y la filosofía).
Como recuerdo de aquella época, frente a la mezquita se levantó el mausoleo de Bibi-Khanym, hermoso, especialmente con la luz del atardecer.
Los terremotos, y el abandono posterior al cierre de la ruta de la Seda, dejaron el complejo de la mezquita de Bibi Khanum casi destruido por complejo. Lo que hoy podemos visitar en Samarkanda es la reconstrucción, bastante fiel si nos guiamos por los relatos y pinturas que la recuerdan, de aquel templo original.
- Para entrar, el precio es de 12.000 sums por personas, que al cambio son 2,6€.
La plaza de Registán

La vista de la plaza de Registán es la más icónica de Samarcanda: una gran explanada coronada por tres magníficas madrazas que son el culmen de la arquitectura uzbeca: cúpulas turquesas, mosaicos de colores blancos, verdes, azules y dorados, que te trasladan a las Mil y Una Noches.
Las madrazas o madrasas en la cultura oriental hacen referencia a las escuelas y centros de formación, sea esta religiosa o civil. Por ejemplo, se sabe que Avicena enseño en la madrasa de Isfahan (Irán)
Ulugh Beg es la madraza más antigua del complejo, y se sitúa al oeste de la plaza. Destaca de sus hermanas por las decoraciones geométricas y los motivos astronómicos que incluyen, un reflejo de su constructor, el matemático y astrónomo Ulug Beg.
Precisamente allí construyó uno de los observatorios astronómicos más espectaculares de su época. Hoy se puede visitar ya que funciona como un museo arqueológico de la observación astronómica.
Frente a ella, como un reflejo, se encuentra la madraza de Sherdar. La particularidad de ésta frente a la original, y toda la iconografía musulmana, son los dos leones que guardan su entrada. Recordemos que la religión musulmana tiene prohibida la representación de animales y personas como iconos religiosos.
El centro de la plaza lo ocupa, con sus dorados, la madraza de Tilla-Kari.
- Entrar en el complejo tiene un precio de 17.800 sums/persona (4€) y es válido para todo el día. Existe la opción de subir a algunas de las torres para disfrutar de las vistas, con un coste extra de unos 2€.
La necrópolis de Shazi Zinda

Siguiendo la visita cultural a Samarcanda, nos encontramos en la avenida de los mausoléos: la necrópolis de Shazi Zinda. Todo el complejo se ha generado tomando como punto de partida la tumba de Qusam ibn Abbas, el primo de Mahoma que llegó a la región para expandir el islam.
El conjunto de tumbas y monumentos crea un museo al aire libre de la tradición uzbeca después de la llegada y asentamiento del islam como religión mayoritaria.
Es una pena que las oleadas de invasiones mongolas destruyeran parte del legado, que aún hoy podemos intuir asombroso con tan solo dejarte seducir por el colorido y la vitalidad de un lugar dedicado a los que ya no están.
- Visitar la necrópolis de Shazi Zinda son 12000 sums (2,6€/persona) si quieres poder hacer fotografías.
Mausoleo Gur-e Amir

El propio Tamerlán o Timur está enterrado en Samarkanda. Su tumba se encuentra en el dorado mausoleo Gur-e Amir. Es fácil reconocerlo por su enorme cúpula y los mosaicos dorados. Ha servido de inspiración a numerosos mausoleos musulmanes por todo el globo, por lo que te resultará conocido aun sin haberlo visto con anterioridad.
- Ver el mausoleo Gur-e Amir son 12000 sums (2,6€/persona) si quieres poder hacer fotografías.
El mercado Siyob

Si de verdad quieres conocer una ciudad, pasea por sus mercados. En Samarkanda, el principal mercado es de Siyob. En este bazar oriental podrás encontrar todos los productos típicos de Uzbequistán.
Los habitantes de Samarcanda son afables, dispuestos siempre a una sonrisa, aunque no hablen otro idioma que no sea el uzbeco.
Pasear por el bazar Siyob es encontrarse con los aromas que evoca la lectura de La mil y una noches y con la vitalidad de la ciudad, que vivió una época dorada con Timur, pero que el traslado y decaimiento de la Ruta de la Seda dejó en un segundo plano.
Cómo llegar a Samarkanda
La vía más rápida y económica para llegar a Samarcanda es el tren, a través de la línea de alta velocidad “Afrosoiyob”, que puedes coger bien desde Taskent o bien desde Bujará.
Si prefieres el avión, tendrás que hacer escala en Moscú, San Petersburgo, Estambul o Dushanbe. Eso sí, estarás a 6 km del centro de Samarkanda, por lo que tendrás que contratar un taxi o moverte en autobús.
Gastronomía y cultura uzbeca
Cada vez que se viaja a un país oriental, conviene conocer sus costumbres para saber cuándo podemos ser descorteses. Por ejemplo, si por cualquier motivo te encuentras sin medio para desplazarte en Uzbequistán y quieres hacer autoestop, olvídate de levantar el dedo pulgar. Para ellos tiene otro significado. Utiliza el índice y te entenderán correctamente.
De hecho, es habitual encontrarse con muy pocos coches, ya que el transporte por tren tiene una buena infraestructura. Además resulta más rápida y barata.
Por otro lado, has de considerar llevar el dinero ya cambiado, ya que allí la fluctuación de la moneda en forma de inflación puede darte un susto. Pero, sobre todo, empápate de la gastronomía local.
El plov, el plato tradicional uzbeko que tienes que probar sí o sí en tu viaje a Samarcanda
El plato tradicional de Samarkanda (y de Uzbequistán) es el plov, que es un guiso que se hace con cordero, arroz, garbanzos y patatas.
Resulta contundente para los paladares occidentales, pero hay que comprender que allí, en invierno y primavera, el tiempo no es benévolo por lo que se agradece comer caliente.
Tampoco debes dejar de probar los shashlik, que aquí conocemos como pincho moruno o los mantu, que se parecen visualmente y en su receta a los dumplings.
¿Os ha dejado con buen sabor de boca y ganas de viajar? ¡Adelante!