El Covid-19 ha marcado el 2020. De eso no hay duda. Muchos de nosotros hemos cambiado de trabajo, nos hemos mudado de ciudad, o incluso hemos empezado a hacer algo que teníamos en nuestro pipeline desde hace años. Por ello, el equipo de The Butterfly Blogs hemos decidido hacer una reflexión de lo que ha sido este viaje que, paradójicamente, ha sido el más grande de nuestras vidas (a veces incluso sin salir de nuestra casa).
Y, por supuesto, también queremos aprovechar para desearos un feliz y próspero 2021.
Volver a conocerme
Iván Fresneda, Director de Medios de The Butterfly Blogs
En octubre de 2013 inicié mi particular viaje que concluyó en agosto de 2020. El motivo, como no podría ser otro, fue la Covid-19. Todavía recuerdo cómo metía mi abrigo de color azul por el security check. El abrigo, por favor, mencionó el agente de seguridad cuando intenté pasarlo por el arco. Al ser una de mis primeras veces que cogía el avión, no estaba demasiado al tanto de que el abrigo siempre se debía dejar en la bandeja para pasar el control.
Durante estos 7 años he ganado mucho profesionalmente. Mi actividad en The Butterfly Blogs ha ido paralela a mi trabajo para Amazon y Google, en Luxemburgo e Irlanda, respectivamente. Sin embargo, muchos de los hobbies desafortunadamente quedaron en el olvido. Este año, por fin, tuve tiempo de empezar a recuperarlos.

Coche y moto
La automoción ha sido siempre uno de los hobbies que más me han gustado. Ahora mismo, por ejemplo, estoy en la mesa de un taller mientras hacen algunas reparaciones y mejoras a mi coche. Al regresar a España por fin he podido comprarme un vehículo, que se ha hecho esperar más de 7 años, y una pequeña moto. Además de empezar a sacarme el carné A2.
Viajar por España
Durante estos 7 años he tenido la oportunidad de visitar casi 50 países. Sin embargo, tenía ganas de viajar por España. Es decir, descubrir sitios nuevos en mi propio país, y no necesariamente lejos de casa. Rutas de hike, restaurantes, paseos y pueblos cercanos son actividades que he podido hacer este año.
Y descubrirme a mí mismo
Así, este año 2020 ha sido probablemente el año en el que menos he viajado de los últimos 7. Sin embargo, también es el año en el cual he emprendido un viaje interior que me ha permitido conocerme mucho mejor y entender lo que es importante en mi vida.
La búsqueda de la felicidad
Sonia Pérez, Editora Jefe en The Butterfly Blogs
Este 2020 coronavírico y extraño ha sido el año en que, por fin, he decidido volver a mi ciudad natal y enamorarme de ella. Con 17 años, una maleta, una beca de estudios y mucha ilusión, abandoné una Málaga que por aquel entonces se quedaba pequeña para mi espíritu aventurero y mis ganas de vivir. Poco más de una década después, tras un largo periplo académico, laboral y personal cargado de aprendizaje por distintas ciudades alrededor del mundo (Madrid, Edimburgo, Roma, Múnich, Berlín, Frankfurt, Nueva York, Boston, Chicago, Vancouver, Portland, San Francisco, Los Ángeles, Ciudad de México…), por fin he comprendido lo necesario que es alejarse para darnos cuenta del valor de lo que dejamos atrás.
Tiempo para pensar
El hecho de no haber viajado durante el 2020 por culpa de la pandemia y haber tenido tiempo para pararme a reflexionar me ha ayudado a darme cuenta de que los destinos en los que ingenuamente creemos estar siendo más libres y más felices que en casa cuando viajamos son solo eso: telones de fondo en los que nos dejamos llevar y nos abrimos a que nos pasen cosas. Pero nunca, nunca son la razón de que esas cosas pasen.
Los trotamundos como yo nos pasamos media vida buscando otra tierra, otro mar, otro puerto en el que empezar de cero: nuestra zona de confort parece estar siempre más allá… Y quizás el motivo haya sido, precisamente, que en realidad nunca la habíamos tenido. Hasta ahora.

“Un hermoso viaje”
En mi particular viaje por el 2020 he aprendido que la felicidad y el equilibrio no dependen del lugar donde residas, los sitios a donde viajes o la cantidad de experiencias que puedas acumular, sino de aprender a estar en paz con uno mismo. De hacer examen de conciencia y reconciliarnos con nuestro pasado, asumir nuestra verdad en el presente –aunque eso implique no cumplir con las expectativas ajenas – y ser fieles a nosotros mismos y nuestros nuevos sueños en el futuro. Los nuestros, y los de nadie más. Solo así podremos liberarnos de ese yugo que siempre estuvo en nuestra cabeza, y nunca en nuestra ciudad.
En lo que a mí respecta, a Málaga le debo mucho. Gracias a ella emprendí ese largo y hermoso viaje que me ha traído de vuelta. Y ya no la encuentro pobre. No hay engaño. Al fin puedo decir que, rica en saber y vida, he comprendido lo que significa mi “Ítaca” particular.
Reencontrándome
Azucena, Redactora en The Butterfly Blogs
Este año 2020 puedo definirlo como “difícil”. Han sido muchas las causas, pero sin duda la más destacada ha sido que a una de las personas que formaban parte de mi microbús le salieron alas y tuve que decirle adiós. Desde entonces nada ha sido igual, pero he sido capaz de valorar aún más todo lo que me enseñó, descubriendo que, en parte, mi camino era el correcto, aunque había desvíos que era necesario tapar para siempre.
Con la declaración del Estado de Alarma, parecía que el mundo que nos rodeaba se iba a transformar. Todos íbamos a ser mejores personas, a empatizar, a solidarizarnos más… pero poco a poco las ilusiones se fueron apagando, demostrándose de nuevo que tenemos mucho que aprender y mucha autocrítica que hacer, sin ningún tipo de excusa, pues no existe una sola razón que justifique el hecho de no tener ganas de crecer. De este modo, hay muchas puertas que me ha tocado cerrar, y aunque en un principio sentí un dolor inmenso, el alivio que respiro ahora es incalculable.
Gente que viene y va
Por otro lado, he aprendido que mientras que hay puertas que no quieres que se cierren, se cierran; otras que quieres cerrar se mantienen abiertas porque sin duda permiten la entrada de una luz necesaria en el día a día. En este 2020 han existido momentos en los que he necesitado respirar sola y, cuando he descubierto que podía hacerlo sin tener a nadie a mi alrededor, me he dado cuenta de que había llegado al punto en el que podía permitirme compañía de nuevo. Así he conseguido encaminar mis pasos, mirar al frente y definir lo que realmente quería y, por supuesto, decidir con quién. Creo que uno gana calidad de vida cuando escoge a las personas correctas, aunque sean pocas.

El valor de las pequeñas cosas
Igualmente, ha sido maravilloso descubrir mi súper poder, que se basa en valorar los pequeños detalles. No he necesitado un confinamiento para conocer el valor de la naturaleza, de una flor, del sonido del mar o de la nieve cayendo sobre la montaña. Asimismo, sé que los grandes viajes no se basan en cruzar un océano, en coger un avión o en pisar aquellos espacios que no han sido visitados prácticamente por nadie. Los grandes viajes se basan en la armonía que uno siente con lo que ve, huele, escucha, toca o siente. También en las conversaciones que uno tenga consigo mismo o con su acompañante. En un atardecer, en el murmullo de un río que has descubierto por casualidad, en el número de fotos que te hacen sentir completamente satisfecha o en los momentos que te llenan de energía y que te impiden hasta dormir por muy cansada que estés.
Con este viaje he aprendido que no hay que mirar hacia los lados para averiguar lo que uno quiere. Todo es tan sencillo como preguntarse quién es y qué le hace feliz, aunque la respuesta no se asemeje a lo que contestaría la mayoría. No hay nada como impresionarse a uno mismo. No hay nada como mirarse a un espejo y sonreír sabiendo que los pasos que damos son los que nos llevan a nuestra propia meta.
Viajando por las letras
Carolina, redactora en The Butterfly Blogs
El 2020 ha sido un año atípico cargado de incertidumbre y altibajos y ostensiblemente marcado por la literatura. La pandemia provocó que tuviera que abandonar mi puesto de trabajo habitual y empezase a trabajar en The Butterfly Blogs como redactora: la escritura, por tanto, ha sido mi tabla de salvación en lo laboral, pero también en lo personal.
Este 2020 en el que todos nos hemos visto obligados a estar solos con nosotros mismos sin poder salir de nuestra casa, yo he viajado a través de los numerosos libros que he leído, pero no solo eso: por fin he conseguido sentarme a escribir el poemario que siempre quise escribir (¡y he logrado terminarlo!).

Objetivos cumplidos y objetivos por cumplir
Pero, además, en el proceso he averiguado todo lo que necesito y quiero cambiar durante el 2021 para poder, por fin, alcanzar la estabilidad y felicidad que merezco. Y es que si algo he aprendido en este año apocalíptico en el que el mundo parece derrumbarse a mi alrededor, es que soy mucho más fuerte de lo que nunca imaginé. Y que debo estar orgullosa de mí misma. Y aprender a quererme a pesar de la familia, los corazones rotos o la gente tóxica. Porque sé que, pase lo que pase y caiga donde caiga, puedo levantarme sola.
El 2020 nos ha enseñado a todos que nuestro viaje por este mundo es breve y arbitrario, así que lo que realmente importa es hacerlo en compañía de personas que nos aporten, y apartar a todas las que no lo hagan. Que no debemos malgastar el tiempo en pararnos a ver por dónde nos lleva la vida, sino que debemos coger el timón y poner el rumbo que queremos para disfrutar siendo fieles a nosotros mismos durante el tiempo que nos quede, sea el que sea.
Un torbellino de emociones
Mireya Rocha, redactora en The Butterfly Blogs
El 2020 se me planteaba como un año muy bueno a nivel profesional y personal, por lo que enero empezó cargado de fuerza y positivismo. En aquel entonces, la COVID-19 estaba en China, lo que me parecía un lugar lejano, aunque algo dentro de mí me decía que ese virus asiático iba a llegar a España. Y así fue.
La llegada del coronavirus fue un jarro de agua fría, ya que algunos planes, sobre todo personales, se esfumaron. Además, desde el momento en el que nos tuvimos que encerrar en casa, Barcelona, que es la ciudad en la que vivo desde hace casi 7 años, pasó a ser una especie de prisión.
Una luz en ese túnel oscuro
Mientras contaba los días y las semanas de encierro, nació ella. Después de un año esperando, nació Nami, que significa “ola” en japonés. Esta pequeña shiba inu no podía tener mejor nombre, ya que llegó justamente como eso, como una ola. Justo fue el 4 de abril que llegó este rayo de luz en días realmente oscuros e inciertos. Y sin conocerla todavía, ya que solo podía verla en foto o vídeos, ya la quería como nunca había pensado que querría a un ser vivo.
Por culpa del coronavirus no pude conocerla hasta pasadas 9 semanas, momento en el que ya pasaba, definitivamente, a ser parte de la familia. La pequeña terremoto llegó para cambiarme. Ella me ha enseñado a lo largo de este año, qué es la calma y qué es tener paciencia, algo que, tengo que reconocer, no tenía. O creía no tener.
Salir de la prisión
Cuando nos abrieron las puertas tenía ganas de salir de Barcelona. Necesitaba salir de la ciudad que había sido una especie de prisión durante semanas, así que nos fuimos de viaje los tres a la montaña (mi pareja, Nami y yo). Nunca antes había valorado tanto el canto de los pájaros, el aire, los árboles…

También fui a Lleida, mi ciudad natal, cuando tuve la oportunidad. Siempre había dicho que Lleida era una ciudad aburrida, pero ¡qué bonita me pareció entonces! ¡Y qué bonita me parece ahora! Volver a Barcelona después de estas breves escapadas fue una manera de cargar pilas, de tener fuerzas para tomar decisiones a pesar de las circunstancias.
Cambios y reflexión
El 2020 me ha servido para cambiar y reflexionar. Ha sido un viaje profesional y personal para mí. Durante el encierro me di cuenta de que había personas a las que no echaba de menos aunque pensaba que eran importantes en mi vida, así como también me di cuenta de que había otras a las que quería volver a ver y abrazar.
También he aprendido a apreciar mucho más los silencios y los paseos desde la calma, esto gracias a Nami. El 2020 ha hecho que mi relación de pareja sea mucho más fuerte. Pasamos 24 horas juntos en unas paredes que vieron unas emociones subidas en una montaña rusa. Una auténtica prueba de fuego. No ha sido un año fácil, pero ha sido un año que me ha enseñado a valorar cosas que antes no veía.
Pero también ha sido un año en el que ha sido más visible que nunca el egoísmo y la pérdida. Aunque yo también he hecho cosas mal a lo largo de este año, seguramente habré cometido imprudencias (reconozco que a veces he simulado echarme en un supermercado el gel desinfectante con textura de moco), he intentado hacer las cosas lo mejor posible. Nadie estaba preparado para una pandemia.
Eso sí, a todos nos ha unido la frase “¡ay, la mascarilla!”.
¡Ahora toca enfrentarnos al 2021!
Viaje emocional
María Sánchez, redactora de The Butterfly Blogs
El 2020 empezó como cualquier otro año, con ilusión por ver y descubrir todas las cosas que iba a vivir. En los próximos meses acabaría el máster que estaba haciendo, si lograba entregar el TFM a tiempo, que por aquel entonces no lo tenía del todo claro. Tras ello, podría empezar a trabajar de lo que siempre he querido. Sin embargo, la llegada de una pandemia lo cambiaría todo.
El 16 de marzo, dos días después del decreto del estado de alarma y del confinamiento, presentaba de manera online mi TFM ante el tribunal, teniendo que adaptar la presentación a la situación que estábamos viviendo en apenas dos días. Si soy sincera, creo que hacerlo online me benefició, ya que pude ahorrarme una gran cantidad de nervios y ansiedad al encontrarme en la comodidad de mi habitación.
Tras más de media hora, estaba hecho, el título era mío. En ese momento la alegría, el orgullo y la tranquilidad recorrieron mi cuerpo. Había conseguido superar otro paso más de mi formación profesional. Había sido duro, pero lo que vendría después también lo sería.
Montaña rusa
Los meses de aislamiento y el confinamiento dieron lugar a una montaña rusa emocional. Los días de tristeza contrastaban con otros momentos de motivación para desarrollar nuevos proyectos. Orgullo y emoción al salir al balcón a acompañar los aplausos de las 20:00h. Hacer cursos y webinars para aprovechar el tiempo. Intentos de cumplir con rutinas que dieran sentido a los días con actividades como leer, hacer ejercicio y yoga, cocinar o limpiar. Cualquier cosa para mantenerse ocupado, aunque también hubo días de no hacer nada.
Y así iban pasando los días, a veces con enfado, frustración e impotencia y otros con miedo o con una sensación de injusticia. Comprendí que cada emoción formaba parte de un proceso de adaptación a una situación a la que nunca antes me había enfrentado.

La otra cara
Viendo todo con amplitud, tengo que reconocer que durante este año ha habido buenos momentos en mi vida, sería injusto decir lo contrario. Las videollamadas con amigos, escape room online, ayudar a personas a través de mi trabajo, la vuelta a casa de mi hermana, un pequeño viaje para realizar el Camino de Santiago, compartir momentos con amigos, ver a mis abuelos o un viaje inesperado a Ibiza están entre los momentos más felices y agradables de este año.
Comenzar a ser redactora no estaba entre mis planes, al igual que la mayoría de cosas que pasan en la vida. Sin embargo, escribir ha sido una distracción en momentos difíciles. Estos meses no han sido fáciles, y actualmente muchos días no lo son, pero intento ampliar el abanico y ver las pequeñas cosas del día a día. Una vez escuché que incluso en los peores días hay lugar para la alegría. Es difícil, pero es posible que pequeños momentos nos evoquen diferentes emociones.
Posiblemente, ha sido un año muy difícil para la mayoría, y especialmente complicado para muchas personas. Pero es bueno recordar que nada dura para siempre, y que esto también pasará.
Valorar más lo que tenemos y definir nuevas metas
Andry Luis Infante Gómez, redactor de The Butterfly Blogs
Con los eventos derivados de la pandemia del coronavirus, posiblemente muchos tuvimos que reestructurar nuestros planes o posponerlos para cuidar de nuestra salud. Sin embargo, estos contratiempos que por diversos motivos nos afectaron a todos son el mejor momento para reestructurar nuestros objetivos.
De esta forma, podemos definir realmente qué es lo que queremos y a valorar más a las personas en nuestro entorno y nuestros logros. Aunque quizás por la crisis sientas que todo se viene abajo, todos tenemos un gran potencial y grandes personas en nuestro entorno que nos hacen superar nuestros propios obstáculos.
Apreciar los pequeños detalles en nuestro entorno
Al realizar las actividades de forma monótona, muchas veces pasamos desapercibidos pequeños e interesantes detalles en nuestro entorno. En mi caso, suelo ser más visual y siempre me ha gustado admirar los paisajes y, al reducirse los viajes fuera de mi hogar, he prestado más atención a estos detalles.
De igual forma, aunque por la pandemia mis proyectos y actividades cotidianas tuvieron una brusca modificación, he aprendido a valorar más mis logros. En este sentido, estos momentos pueden ayudarnos a darle más importancia y apreciar más lo que hacemos y lo que hemos logrado hasta el momento.
Igualmente, desde que ingresé como redactor al equipo de The Butterfly Blogs a principios de 2020 he aprendido sobre muchos temas interesantes. Soy una persona curiosa y me gusta conocer el porqué de las cosas, por lo que ingresar a este equipo ha sido una de los mejores logros de este año. Además, gracias a esta oportunidad he conocido virtualmente a grandes personas a las que les tengo un gran aprecio.

Conocer atractivos locales
Por otra parte, al no poder hacer ningún viaje a los lugares turísticos que había planificado para este año, he conocido un poco más algunos atractivos locales. De esta forma, he aprendido a apreciar más mi entorno y a enamorarme un poco más tanto de mi ciudad, Santa Cruz de Aragua, Venezuela, como de otras que he podido visitar.
Siempre me ha gustado realizar caminatas y excursiones al aire libre y por la pandemia he tenido que realizar mis hobbies en lugares más cercanos. Además, aunque no suelo practicarlos con frecuencia, también me gusta el ciclismo y el rapel, los cuales espero retomar en el venidero año. Muchas veces ignoramos los paisajes de nuestra ciudad o región, pero con la pandemia he aprendido que cada lugar tiene algo especial que vale la pena conocer.
Compartir con nuestros seres queridos
De igual forma, aunque este año ha tenido muchos imprevistos, el estar más tiempo en casa nos ha permitido compartir más tiempo con nuestra familia, incluyendo a nuestros pequeños amigos de cuatro patas. Además, a pesar de que quizás no pudimos compartir de forma presencial con todos nuestros seres queridos, gracias a la tecnología no hemos perdido comunicación.
Igualmente, en estos momentos de crisis es importante que mantengamos contacto con nuestros familiares y amigos. No todos enfrentamos las crisis de la misma manera y quizás conocemos a alguien que necesite de nuestro apoyo y motivación para superar sus retos.
Definir nuestras metas o proyectos de vida y planificar nuevas actividades o viajes
Finalmente, a pesar de que este año ha sido un poco caótico para muchos, lo importante es que aún podemos desarrollar nuestras metas y actividades en el futuro. De esta forma, durante el tiempo que dure la pandemia podemos meditar sobre nuestros logros y metas, y planificar mejor nuestros proyectos personales y laborales.
Dentro de todo, lo más importante es la salud y debemos cuidarnos y cuidar a nuestros seres queridos en estos tiempos de crisis. Con motivación, objetivos realistas y una buena planificación todos podremos lograr nuestras metas, quizás algunos lo logren más rápido, pero lo importante es confiar en nuestro potencial y nunca decaer. ¡Mis mejores deseos para todos en este venidero año!
Viajar más allá de la locomoción
Gabriel Camacho Márquez, redactor de The Butterfly Blogs
La RAE define viajar como «trasladarse de un lugar a otro, generalmente distante, por cualquier medio de locomoción». Ciertamente, a nivel histórico éste siempre ha sido el concepto de viajar. Un viaje, en la mayoría de los casos, implica un desplazamiento físico.
Sin embargo, ¿cómo es posible hacer un viaje cuando a nivel global los gobiernos del mundo se unen para aplicar medidas de confinamiento? Habría dos respuestas posibles. Si nos apegamos a la definición ya mencionada, queda claro que la primera respuesta sería que es imposible.
No obstante, si se maneja el concepto de viajar de una forma más abierta, es posible encontrar más respuestas. Éstas son precisamente las que creo que hemos encontrando la mayoría de los amantes de los viajes en este año, para bien o para mal.

¿A qué clase de respuestas me refiero? Nada más y nada menos que al viaje como metáfora de transportarse, pero no físicamente. Y es que si el coronavirus nos ha obligado a algo, es a adaptarnos a un mundo nuevo. No es casualidad que la transformación digital se haya acelerado tanto este año.
El viaje como metáfora
El tiempo en sí mismo nos hace viajar, la diferencia es que este tipo de viaje no sólo no puede detenerse, sino que este año nos ha permitido a todos conocer un mundo que muchos quizá jamás hubiéramos imaginado que existía. Ha traído muchas cosas trágicas, sí, pero no quiero ahondar en ellas.
Quiero ahondar en lo positivo. Y es que el refrán de «no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes» ha logrado cobrar este año más fuerza que nunca. Nos han quitado el viaje como locomoción y, aunque poco a poco la libertad de viajar se ha ido recuperando, pasará algún tiempo antes de que vuelva a ser como era antes.
Por ello, ahora solo nos queda disfrutar de la experiencia de otra forma. Viajar a través de un libro, un videojuego, recuerdos, fotos, cartas e incluso a través de series o películas. Cada quién decide cómo viajará para no limitarse a viajar junto al tiempo.
Ha sido una forma inédita de cerrar la década, pero también un viaje muy memorable a su manera. La buena noticia es que, cuando por fin todo termine, no sólo podremos comenzar nuestro viaje impulsados por el ímpetu que enciende la nostalgia, sino también enriquecidos, pues habremos descubierto un valor añadido en aquello que nunca pensamos que perderíamos.
Evolución
Josemi Sanz, Fundador, Diseñador y SEO de The Butterfly Blogs
La culminación de The Butterfly Webs
Cuando fundé The Butterfly Blogs decidí tener dos líneas de negocio, básicamente por temas de diversificación y por eso de “no meter los huevos todos en la misma cesta”. Esta segunda línea de negocio es The Butterfly Webs, una agencia de diseño web, marketing digital y branding.
Pronto descubrí que era realmente complicado seguir trabajando a pleno rendimiento en The Butterfly Blogs, y a la vez hacer crecer el negocio de la agencia dando a los clientes el servicio que cada uno de ellos se merece. La pandemia, los impagos, la crisis, y la relación de amistad que tengo con Iván, el actual director, hicieron el resto. Parece que se alinearon todos los puntos y solo quedaba una línea recta hacia ese camino, la venta de The Butterfly Blogs.
Iván es un grandísimo profesional y yo sabía que el proyecto iba a estar en buenas manos, de ahí que la decisión fuese fácil. Él se encarga de gestionar todos los medios ahora, y yo he pasado a un segundo plano, dedicándome principalmente a temas técnicos, de diseño o posicionamiento SEO. Sigo en el proyecto, pero con una implicación limitada.
Esto me ha permitido dedicar prácticamente el 100% de la jornada laboral a la agencia The Butterfly Webs, y así ofrecer el servicio que siempre había querido ofrecer, obteniendo un crecimiento del 120% durante el 2020, un año complicado en casi todos los sentidos, pero con un sabor de boca que al final será agridulce, por suerte.
Lo tenemos todo y no lo valoramos
Ha sido un año difícil y no voy a repetir todo lo que mis compañeros y compañeras han escrito en párrafos anteriores, simplemente: mirad los detalles y las pequeñas cosas. Tenemos la suerte de vivir en una sociedad avanzada y donde lo “normal” es que no nos falte de nada, y aún así, muchos de nosotros vivimos todos los días quejándonos por una cosa u otra, sin pararnos a pensar si eso es importante o no.
Parece mentira que haya tenido que llegar una pandemia para hacernos ver todo esto, pero tiene lógica, somos una generación que no ha vivido hambrunas, guerras u otro tipo de conflictos o crisis graves en nuestra piel, y esto hace que la gran mayoría de las personas no valoremos las cosas como debemos.
A mi, personalmente, me ha abierto más aún unos ojos que nunca he tenido cerrados, pero me duele ver como hay personas que ni en estas situaciones son capaces de mirar por los demás o de darse cuenta de que lo tenemos todo y no lo valoramos. Espero de corazón que nunca te pase a tí.
Y si has llegado hasta aquí, mil gracias por dedicar tu tiempo a leer el 2020 de cada uno de nosotros, seguiremos aportando el mejor contenido en todos nuestros medios en 2021. 🙂