Marsella ¿Qué ver y hacer en esta preciosa ciudad de la costa sur francesa?

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Todos sabemos situar en el mapa Marsella ¿Pero cuánto más conocemos de esta ciudad francesa? En este artículo hablaremos de este lugar tan especial, de sus rincones más destacados y de las actividades que se pueden realizar en la zona para disfrutar de un bonito viaje al país vecino.

Marsella

Fundada hace 2.600 años por griegos procedentes de Focea, Marsella es la decana de las ciudades francesas y la segunda en tamaño tras París. Un millón de habitantes viven en sus 16 barrios que, en su mayoría, han sabido conservar un carácter auténtico de pueblo.

Museos

Una docena de museos presentan colecciones variadas, desde la Antigüedad al arte contemporáneo. Igualmente, son numerosas las galerías que acogen las obras de artistas de reconocido talento o jóvenes en ascenso. Es importante señalar que Marsella fue la Capital Europea de la Cultura en 2013.

Naturaleza

Cabe destacar que son numerosos los parques que están situados en pleno centro. Estos se convierten en un gran refugio para visitantes y ciudadanos cuando el sol pega demasiado fuerte.

Marsella

A unos kilómetros del Viejo Puerto, se encuentra el macizo de las Calanques, declarado Parque Natural Nacional y que permite durante todo el año practicar deportes en plena naturaleza. Asimismo, a lo largo de más de 20 kilómetros se suceden las célebres calanques, unas calas a veces habitadas y otras todavía salvajes donde el agua turquesa invita al descanso.

Gastronomía

En Marsella, abundan las tradiciones culinarias. En primer lugar, destaca la bullabesa. Se trata de una especialidad hecha con el pescado más célebre del mundo. Es indisociable de la imagen de Marsella.

Otras sugerencias son la pasta al pistou, el marisco, el arroz con favouilles (pez de roca), las alouettes “sans tête”, la daube provenzal, los pieds et paquets, el alioli, la tapenade, la anchoïade, los rellenos de verduras, los calamares rellenos, las panisses y los chichi freggi.

La viticultura es también una importante actividad de la zona. Esto se debe a que Marsella conserva los restos más antiguos de la viticultura de Francia introducidos en el siglo IV a. C.

Qué ver en Marsella

Son muchos los lugares que podemos visitar si viajamos hasta Marsella. A continuación enumeraremos los más destacados.

El Palacio del Faro

Al oeste de Marsella, en la zona llamada Teste de More, se encuentra el Palacio del Faro. Fue construido bajo el mandato de Napoleón III para la Emperatriz Eugenia de Montijo en 1855. El edificio, que recuerda vagamente al Palacio de la Magdalena de Santander, fue utilizado como facultad de medicina y después transformado en centro de congresos.

La basílica de Sainte-Marie-Majeure

La basílica de Santa María la Mayor es un edifico de estilo románico bizantino. Se construyó entre 1853 y 1893. La ciudad se encontraba en plena expansión económica y junto a la estación de Saint-Charles (1848), los Palacios de la Bourse (1852) o Longchamp (1864), se construyeron monumentos propagandísticos como este o la basílica de Notre-Dame de la Garde.

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De arquitectura grandiosa, similar a la basílica de San Pedro de Roma, fue construida en mármol de Carrara y piedra verde de Florencia, entre otros materiales. Por este motivo, cuenta con un aspecto bastante particular para ser un edificio religioso. 

El edifico presume de una mezcla de estilos, de cúpulas y mosaicos pseudobizantinos; y de elementos románicos y góticos, pero con planta latina. 

Marsella

Abadía de San Víctor

Los restos más antiguos de esta iglesia son de finales del siglo X, destacando la torre de Isarn, a través de la cual se accede hoy a ella. Al parecer, este lugar fue el primero en tener relación con la religión cristiana en lo que hoy es Francia, destacando, además, que fue mucho antes de la construcción del actual templo.

Reconstrucción

La reconstrucción de la iglesia tuvo lugar en el siglo XII en estilo románico. Entre el siglo XI y el XIV la abadía jugó un rol importante en la zona, desde Aragón hasta Italia, teniendo como abades a los Papas Urbano V y Gregorio XI. La abadía irá perdiendo importancia con el discurrir de los siglos y la Revolución transformará el templo en deposito, prisión y cuartel, lo que evitó su demolición. Napoleón devolvió al edificio su carácter religioso.

Hoy en día, su estilo románico destaca por sus líneas simples y militares que se recortan en el azul del cielo marsellés. De camino hacia Notre-Dame de la Garde, debería ser visita obligada. No os perdáis las numerosas reliquias de santos guardadas en su interior.

Notre Dame de la Garde

La colina de la Garde es el punto culminante de la ciudad con sus 154 metros. Desde allí se puede disfrutar de las mejores vistas de la zona. El monte fue utilizado desde la época prehistórica como puesto de vigilancia. Francisco I construyó un fuerte para protegerse de una posible invasión de Carlos V.

La basílica de Notre Dame de la Garde

Varias capillas precedieron la construcción del edificio que se encuentra sobre el lugar. Por lo tanto, la colina de la Garde tiene una triple vocación: un puesto de vigilancia, una obra militar y un lugar de culto y peregrinaje.

A mediados del siglo XIX, el santuario resulta demasiado pequeño para el número de peregrinos que lo visitan, y Monseigneur de Mazenod decide construir la gran basílica Notre-Dame de la Garde. La obra fue encargada al arquitecto Henry Espérandieu. La primera piedra fue colocada el 11 de septiembre de 1853 y la consagración tuvo lugar el 5 de junio de 1864.

Estilo

De estilo romano-bizantino (cúpulas, policromía de las piedras, oros y mosaicos), la basílica responde a la perfección al programa de las grandes construcciones emprendidas por Napoleón III en Marsella. El edificio está formado por dos partes: una iglesia baja y una iglesia alta, el santuario, dedicado a la Virgen. Numerosos exvotos expuestos en las paredes atestiguan la fe popular.

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La alta Marsella: Le quartier Le Panier

En la zona que se eleva entre el Castillo de Sant-Jean y la basílica Sainte-Marie-Majeure se sitúa un barrio popular cada día más turístico, le Panier. Se caracteriza por callejuelas estrechas y casas de colores que sobrevuelan el puerto viejo marsellés. Destaca por ser muy pintoresco, por los nombres de las calles, por sus habitantes, por las plazas y por la ropa que pende de las ventanas. 

En él subsisten vestigios de diferentes épocas, como la plaza de los Molinos (Place des moulins), en la parte más alta del barrio, donde antaño se podían encontrar 15 molinos de viento. Hoy quedan dos, transformados en viviendas.

La Marsella de las grandes avenidas

La avenida de la Canabière abre Marsella desde el viejo puerto, ascendiendo lentamente hacia las profundidades de la urbe foceana. Continuando el trayecto por los bulevares de la liberation y de Longchamp, encontramos la zona comercial de la ciudad.  Asimismo, al final del boulevard Longchamp se encuentra el Palacio del mismo nombre.

Por otra parte, la rue de la République corta perpendicularmente la avenida de la Canabière. Abierta en 1860, en plena reforma arquitectónica del II Imperio, intentaba regenerar la ciudad de la misma forma que Haussmann en París. La vía rectilínea fue copiada de las grandes avenidas parisinas y unía el centro histórico con el nuevo puerto de la Joliette.

Marsella

Palacio Longchamp

El Palacio Longchamp es el monumento emblemático del barrio de Cinq Avenues. El arquitecto Espérandieu se encargó de la construcción a partir de 1862. El edificio recuerda, eso sí en un estilo más neoclásico, al Trocadero parisino. A su alrededor se encuentran dos museos, el de bellas Artes y el de Historia Natural. Además, en sus jardines hubo, hasta 1987, un zoológico.

Isla de If

La isla de If es una roca calcárea de tres hectáreas de superficie en la que destacan las fortificaciones del siglo XVI, una muralla con bastiones y en el centro otra muralla con tres torres cilíndricas. En la planta baja se encuentran las legendarias mazmorras que aparecen en «El Conde de Montecristo». Hoy la isla y su fortaleza se han convertido en uno de los atractivos turísticos más importantes de Marsella.

Museo de las Civilizaciones de Europa y del Mediterráneo

Otro de los lugares más destacados de Marsella es el MuCEM, Museo de las Civilizaciones de Europa y del Mediterráneo. Es uno de los museos mas importantes de Francia dedicados a las civilizaciones del Mediterráneo en el siglo XXI.

Cuenta con tres emplazamientos: el malecón J4, donde se encuentra el impresionante edificio contemporáneo diseñado por Rudy Ricciotti; el Fuerte San Juan (unido al primero por una pasarela); y el Centro de Conservación y Recursos.

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