A lo largo de 18 kilómetros de orografía imposible, se extiende la región de Cinque Terre. Se trata de un conglomerado que integra cinco de los pueblos con más encanto de Italia, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Así, Monterosso, Vernazza, Corniglia, Manarola y Riomaggiore se alzan en los acantilados cercanos a Florencia (a tan solo 160 kilómetros). Y entre viñedos y riscos empinados discurre una excursión que puede hacer en un día, pero que dejará una marcada impronta en la mente de cualquier viajero curioso durante el resto de su vida.
Su ambiente onírico y acogedor resalta por su autenticidad. Aunque estos pequeños núcleos urbanos también destacan por su gastronomía típica y el carácter cercano de sus moradores.
Acompáñanos en este viaje a través de una de las comarcas menos conocidas de la vecina Italia. Verás que el tiempo se ha detenido en sus calles, y las costumbres de antaño conviven con la celeridad propia del siglo XXI.
Cinque Terre: una excursión básica
Esta porción de terreno está ubicada en la costa noroeste de Italia. Encadenados en la misma ruta se encuentran estos cinco pueblos mágicos. Comenzando por el este, el primero en aparecer es Riomaggiore; lo primero que viene a la cabeza nada más verlo aparecer entre acantilados es: cómo se las ingeniaron sus constructores para levantar algo en esta geografía.
Superada la impresión inicial, los siguientes son una reverberación artística y arquitectónica del primero, aunque ya avisamos, cada uno tiene sus propias particularidades. Estas se corresponden con el terreno sobre el que fueron erigidos, y que constituye, en sí mismo, un atractivo añadido.
Veamos con detalle que más tiene que ofrecer esta postal típica desmarcada de la Toscana.
1. Riomaggiore

Como se dijo, empezando de este a oeste, tenemos Riomaggiore. La primera vez que uno contempla los aledaños de este pueblo siente la magnificencia de la arquitectura imposible. Desde cada ventana puede recogerse la brisa marina. El promontorio apila filas de casitas ordenadas, creando un espectáculo único.
Su disposición, adaptada al pronunciado desnivel de la colina, respeta maravillosamente el curso del Rivus Major, que discurre por el valle colindante.
Los colores pastel de las casas destacan entre el verde pardo de la flora mediterránea. La calle principal, dotada de escalinatas, supone un paseo triunfal hacia el corazón de la villa. Estos mismos escalones servían de acceso, antaño, a los pescadores locales, que se echaban al mar en sus botes en busca de los manjares de Poseidón. Sin embargo, hoy en día, se nutren con el trasiego de los curiosos, que llegan hasta el centro para realizar sus compras y degustar los platos locales.
El atardecer le sienta bien a Riomaggiore por su posición con respecto al sol. Supone, en suma, un punto ideal para contemplar la caída del astro mayor, aunque conviene buscar un lugar adecuado entre tanto obstáculo visual.
2. Manarola

Siguiendo con nuestro recorrido, encontramos Manarola. Este pueblo, en constante caída hacia el Mar de Liguria, es el asentamiento más antiguo de los 5 que repasamos. Sus vinos son más que famosos. De la variedad Sciacchetrà, las vides se hacinan en terrazas en las afueras del municipio. Esta última es una de las fotos más solicitadas del Cinque Terre. De hecho, es conveniente aprovechar para fotografiar la travesía entre Riomaggiore y Manarola, rica en cultivos autóctonos.
Subiendo por sus escalinatas se llega al centro neurálgico. Resulta recomendable explorar todos los ángulos desde los diferentes miradores de la ciudad.
3. Corniglia

El tercero en discordia es el más exótico de la lista. No está justo pegado al mar; por el contrario, se acerca hacia la parte alta de la colina buscando elevación. Hasta él se accede subiendo una escalera extenuante de 377 escalones (contando desde la estación de ferrocarril). Sin embargo, el esfuerzo merece la pena.
Una vez en lo alto, es posible disfrutar de una de las mejores vistas panorámicas de Cinque Terre, con terrazas cultivadas a ambos lados de la montaña. Después, para no caer en la desidia, lo mejor es tomar el sendero hacia Vernazza, nuestro siguiente hito del camino.
Algo a destacar de la actual parada es la tranquilidad que se respira en sus calles. Los turistas, que siempre buscan el contraste urbano con la costa, prefieren los encantos de Riomaggiore o Manarola.
4. Vernazza

Estamos ante una de las localidades estrella del recorrido, en términos de volumen de visitantes. Su característico risco asomado al mar crea un entorno idílico que ningún aficionado a la fotografía quiere dejar de retratar.
Una suave escalera conecta el litoral con la ciudad. Cuenta con un pequeño castillo y una iglesia dignos de visitar. También es posible realizar algunas compras en su calle principal.
Durante el estío resulta casi imposible conseguir un sitio en uno de los restaurantes locales, pero conviene intentarlo para disfrutar de la gastronomía de Vernazza.
Una de las actividades más agradecidas que pueden realizarse en este pueblo es el senderismo. Desde el municipio surgen caminos en todas direcciones; quizás el más apetecible sea el camino a Monterosso.
5. Monterosso al Mare

A partir de Monterosso comienza una orografía más amable, de modo que el municipio está situado en un enclave más plano y accesible. Su playa es la más extensa de todas, lo que atrae a turistas y residentes de localidades vecinas para disfrutar de un baño en sus aguas cristalinas.
Un consejo, para no compartir nuestro baño con la multitud es seguir hacia el oeste, es decir, hacia Fegina, y quedarse en las primeras calas de la costa.
En caso de buscar ocio nocturno, Monterosso es la alternativa más movida de las 5 presentadas. Será que la playa sirve para concentrar al público más joven. siempre ávido de sensaciones fuertes.
En definitiva, visitar la región de Cinque Terre puede ser el broche de oro a nuestro viaje a Italia. No te pierdas la ocasión de disfrutar de uno de los entornos urbanos más atractivos del Mediterráneo.