A tan solo 11 kilómetros de Benidorm, está situado Altea. Uno de los municipios más atractivos de la provincia de Alicante y buque insignia de la comarca de la Marina Baja. Caminar por sus calles es todo un placer y sin ánimo de desmerecer otros pueblos cercanos como Calpe y Alfaz del Pi, su oferta arquitectónica no tiene competencia.
Para que te resulte más fácil organizar tu visita, en los siguientes apartados vamos a darte información especialmente indicada para viandantes que desean disfrutar de sus dones sin prisa.
Cómo llegar a Altea
Antes de entrar en materia, conviene que tomes nota sobre los diversos itinerarios que te llevan hasta allí.
Por ejemplo, tanto si has optado por comprar un vuelo hasta el aeropuerto de Alicante como si has preferido llegar en tren, lo mejor para completar el trayecto hasta Altea es contratar algún servicio de transporte. También existe la posibilidad de tomar un taxi, pero requiere un mayor desembolso por tu parte.
En caso de preferir el transporte público y tomando Alicante como punto de salida, debes coger un tren o un autobús hasta Benidorm y desde allí, Alsa lanza buses periódicos hasta Altea desde el centro de la vecina ciudad.
Qué ver en Altea durante tu paseo
A diferencia de otros pueblos de la costa levantina, este que nos ocupa ha sido capaz de conservar su esencia mediterránea y pasear por sus calles empedradas refiere una experiencia similar a la que podemos vivir en Cadaqués, provincia de Girona, o Asilah, en el vecino país de Marruecos.
Ahora, sin más dilación te presentamos una lista de imprescindibles que no puedes dejar de visitar durante tu excursión o estancia, ya que el municipio es ideal tanto para un day break como para pernoctar durante el fin de semana.
Parroquia de Nuestra Señora del Consuelo
Este es uno de los puntos fuertes de la visita. El templo de “Nuestra Señora del Consuelo” ostenta dos cúpulas perfectas y una estética levantina donde predomina el ornamento. Se erige en lo alto de la colina alteana, según los lugareños “para acercarla más a Dios”. Justo en la plaza principal, lugar de encuentro de jóvenes y mayores durante toda la temporada alta se convierte en otro enclave imprescindible donde es posible tomar un café o probar la gastronomía local.
Facultad de Bellas Artes
Dado su carácter bohemio, Altea se jacta de atraer el talento creativo desde todas las partes del mundo. Personajes de la talla de Rafael Alberti o Vicente Blasco Ibañez imaginaron sus obras en compañía de artistas polifacéticos, enormemente atraídos por la pureza que destila el estilo de vida definido tras siglos de bienestar.
Su arquitectura decimonónica te dejará embelesado y supone el marco perfecto para albergar la esencia cultural del pueblo y en buena medida, de la comarca.
Iglesia Ortodoxa Rusa San Miguel Arcángel
Completando su oferta religiosa, este idílico pueblo de pescadores cuenta con una iglesia de confesión ortodoxa. Sin duda todo un monumento que hará las delicias de los apasionados por la arquitectura eclesiástica.
Quizás lo peor es que se encuentra un poco lejos del centro urbano. Se puede llegar a pie como parte del paseo programado. Si el calor arrecia, lo mejor es coger el coche o algún transporte local. Esta iglesia queda a mitad de camino entre Altea y Calpe, en la carretera nacional 332.
El Jardín de los Sentidos
Este jardín botánico convertido en tetería-hospedería es obra del experto paisajista André Spiekermann. Alberga muestras de plantas exóticas procedentes de Malasia o Costa Rica. Es necesario pagar una entrada que ronda los 7 €. No está permitida la entrada a menores de 15 años.
Faro de l’Albir y Torre Bombarda
Sin duda, este es otro de los puntos fuertes de Altea. El faro todavía sigue en funcionamiento, con muy buen criterio. Hemos de añadir que la costa que alumbra es muy compleja y difícil de navegar. Por su parte, la Torre Bombarda, en otro tiempo principal baluarte defensivo. Permanece en pie a duras penas como recordatorio de un pasado truculento cuyo cénit tuvo lugar durante la Guerra de la Independencia. Data del siglo XVII y su principal función fue la defensa del puerto de los piratas berberiscos.
Desde lo alto se pueden observar los delfines mulares. Estos vienen alimentarse cerca de la piscifactoría ubicada entre el faro y el peñón de Ifach.
Para subir hasta esta colina fortificada es necesario realizar una ascensión de 2 kilómetros y medio, aunque merece la pena. Una vez terminada la visita, es posible bajar por algunos de los senderos que conectan con el mar.
Las Playas de Altea
No podemos dar por terminado este glosario de sensaciones sin hablar de las magníficas playas de Altea. Si bien es cierto que no se trata de playas aptas para la relajación. Son playas muy rocosas aunque su contemplación ya supone todo un placer. Sobre todo después de un extenso paseo con tramos de senderismo.
La ventaja de la inaccesibilidad de sus playas es que no están tan masificadas como las de Benidorm o Calpe. De este modo, visitar el Cap Negret, la Playa de la Olla o la del Mascarat, es una experiencia que aporta cierto aislamiento y serenidad a una jornada plagada de emociones.
En definitiva, Altea representa lo mejor del estilo mediterráneo y cautiva a miles de turistas cada año.