Si alguna vez te has preguntado cuáles son los destinos más zen del mundo, en este post vamos a satisfacer tu curiosidad, porque hemos preparado una lista con los 10 lugares más aptos para la relajación.
Aunque no lo creas, el ambiente es un factor esencial a la hora de conseguir conectar con uno mismo. Además, el estrés del trabajo, la familia y, en general, todos los ámbitos de interacción que marcan nuestra vida cotidiana se convierten, a veces, en enemigos de la salud espiritual.
Por suerte, durante las vacaciones reducimos un poco “las ganas de matar” y disfrutamos de un valioso tiempo para poner en orden nuestras ideas y pensar un poco en nuestra vida. Claro está, el silencio y el aislamiento son esenciales para conseguir un poco de calma kármica, y los siguientes lugares son famosos por ofrecer un mucho de ambos.
Los 10 destinos más zen del mundo
Sin más preámbulos, aquí va nuestra selección de lugares para relajarse y conectar con el mundo interior.
1. La Mezquita de Córdoba (España)

Comenzado por el producto nacional, este templo es un buen ejemplo de lugar zen.
Después de la conquista islámica de Iberia en el siglo VIII, la basílica existente en Córdoba fue dividida y compartida por musulmanes y cristianos. Pero en el año 784 dC comenzó la construcción de una magnífica mezquita nueva, con un patio de naranjos y una sala de oración de arcos de rayas aparentemente infinitos que invita a introvertirse y encontrar la paz en la meditación.
En el siglo XVI, después de la reconquista cristiana, una catedral católica fue comprimida en su interior. El minarete encerrado en un campanario. El resultado: un choque de arquitectura y religiones. Pero sigue siendo uno de los edificios más llamativos del mundo y uno de los más espirituales, dado el fervor que albergan sus muros, tan deseados por moros y cristianos.
2. Kioto (Japón)

Kyoto fue una vez conocido como Heian-kyo, «Capital de la Paz y la Tranquilidad». Ha sido el centro de la cultura japonesa durante más de mil años, y sigue siéndolo hoy en día. La ciudad está llena de sitios espirituales: 1.660 templos budistas, 400 santuarios sintoístas y 90 iglesias cristianas salpican sus calles antiguas. El santuario Fushimi Inari, del siglo VIII, ubicado en una colina en las afueras de la ciudad, es un buen lugar para meditar y olvidarse de las preocupaciones del día a día.
3. S’Gang Gwaay (Canadá)

El pueblo Haida de las Primeras Naciones ha ocupado el archipiélago Haida Gwaii durante unos 8.000 años. Su aldea en S’Gang Gwaay, en el suroeste, fue abandonada en la década de 1880. Ahora, sus tótems se sumen lentamente en el musgo. Su decadencia expresa la conexión de los haida con la naturaleza. Solo se puede acceder a S’Gang Gwaay en bote y no se permiten más de una docena de visitantes a la vez, lo que garantiza la paz del lugar y sus posibilidades como lugar para meditar. Los vigilantes de Haida dirigen las excursiones, y guian a los visitantes a través del viejo bosque contando las historias de los tótems.
Sin duda, una ocasión única para reflexionar sobre el sentido del tiempo y su inevitable influencia sobre nuestra vida.
4. Cabo Reinga (Nueva Zelanda)

En el arrecife del norte de Tasmania, donde se encuentran el mar de Tasmania y el océano Pacífico, “un nudillo pohutukawa se aferra al acantilado, y envía almas al inframundo”. Según la mitología maorí, el cabo Reinga, también conocido como Te Reinga Wairua, «lugar donde saltan los espíritus», es donde parten los difuntos, deslizándose por el viejo árbol para unirse a la diosa Hinenuitepo en la otra vida. Para los maoríes supone una conexión con sus ancestros. Para cualquier otro visitante es un lugar dramático… el fin del mundo.
5. Lago Titicaca (Perú y Bolivia)

Situado a una altura cercana a los 3,800 m, el vasto lago Titicaca fue fundamental para el nacimiento de la civilización inca. Se dice que su rey fundador, Manco Cápac, emergió de una roca en la Isla del Sol del lago. En consecuencia, esta «Isla del Sol» se convirtió en un centro religioso clave, y peregrinos de todo el imperio vinieron a visitar sus santuarios. Hoy se pueden visitar las ruinas de los templos, quedarse en una posada y disfrutar de las impresionantes vistas de los Andes nevados. Qué mejor ocasión para dejarse el mar humor en el hotel y disfrutar de una jornada contemplativa.
6. Avebury (Reino Unido)

Avebury, en Wiltshire está salpicado de rarezas: un pueblo encantador cortado por un círculo de piedra; un misterioso santuario de anillos concéntricos; una larga carretilla que data del 3650 aC; y el montículo más grande hecho por el hombre en Europa. Nadie sabe exactamente el objeto de todo esto. Probablemente fue un sitio ceremonial neolítico clave, donde la gente acudía a realizar rituales y conectarse con estaciones y espíritus. Tal conexión aún es posible: mediante varillas de radiestesia se pueden buscar las supuestas líneas luminosas. También se pueden tocar los poderosos sarsens y añadir un poco más de misterio a una visita muy exclusiva.
7. El pico de Adán (Sri Lanka)

En lo alto de un pico piramidal, en medio del país del té, se encuentra un trozo de roca abollada, también conocida como sri pada, o «huella sagrada». Los devotos de múltiples religiones hacen la subida para adorar en este sagrado talón, que, dependiendo de su fe, podría ser la marca de Buda, Shiva, Adán o Santo Tomás. Los senderos de peregrinos conducen a la montaña de 2.244 metros a través de plantaciones de té, santuarios, escalones empinados y bosques llenos de vida silvestre.
Lo más recomendable es hacer el ascenso para ver a los devotos haciendo ofrendas y las espectaculares tierras altas que se extienden a sus pies.
8. Monte Kailash (Región Autónoma del Tíbet)

Con una altura de 6.714 m en las zonas salvajes del Tíbet occidental, Kailash es mucho más que una montaña. Es un mandala, el ombligo del universo, una pirámide de poder, fuente de cuatro de los grandes ríos de Asia, venerados por miles de millones de personas: budistas, bons, jainistas e hindúes lo consideran sagrado. La prueba definitiva es realizar una kora, es decir, una peregrinación circular alrededor de la montaña, de aproximadamente 52 km de largo y llena de yaks, banderas de oración. Los budistas creen que una kora absuelve el mal karma de una vida, mientras que 108 koras conducirán a la iluminación completa.
Aplica tus propias matemáticas y no pierdas la ocasión de retirarte en soledad para asimilar la grandeza del ambiente.
9. Wittenberg (Alemania)

En 1517, el profesor y sacerdote Martín Lutero fijó sus 95 tesis en las pesadas puertas de la Schlosskirche de Wittenberg (Iglesia del Castillo) y cambió el curso de la historia para siempre. El documento de Cuestionamiento del Papa de Lutero dio inicio a la Reforma protestante, una reorganización masiva del mundo cristiano. Las puertas de madera han sido reemplazadas por metales pesados, pero la iglesia está abierta para servicios, conciertos y visitas.
Visita la tumba de Lutero, luego sube los 289 escalones de la torre redonda, que está inscrita con el título de uno de sus himnos, y observa en todo su esplendor la ciudad medieval donde cambiaron las reglas del juego.
10. Crater Lake (EE.UU.)

La ciencia dice que hace casi 8,000 años, el Monte Mazama sopló su parte superior y el profundo agujero que quedó atrás se inundó, convirtiéndose en el Lago del Cráter. Según el nativo americano Klamath, fue una pelea entre Llao, Jefe del Mundo Abajo, y Skell, Jefe del Arriba, quienes causaron el daño. Cualquiera que sea la historia de origen que prefieras creer, el paisaje resultante es legendario. Navega a la Isla Mago, un cono de ceniza formado durante la antigua erupción, o, tal vez, el jefe de Llao, quién sabe. Lo que sí que es seguro es que se trata de un entorno único para bajar las revoluciones.
Hasta aquí llegó nuestra lista con los destinos más zen del mundo. La capacidad de relajación de cada uno es diferente, pero en estos lugares, marcados de una forma u otra por la espiritualidad, se puede sentir la paz en el ambiente, un requisito básico para conectar con nuestro lado místico. Descubre en tus próximas vacaciones otra forma de entender el turismo y disfruta, aunque sea solo por una vez, de unas verdaderas vacaciones relajantes.